Incluir ejercicio físico en una intervención de educación en estilos de vida saludables aumentó el número de niños que mejoraron el porcentaje de grasa hepática y su composición corporal
El 54% de los niños que participaron en las sesiones de ejercicio físico redujeron de forma significativa el porcentaje de grasa hepática, frente al 34% de los niños que únicamente participaron en el programa de educación en estilos de vida saludables
Las intervenciones de ejercicio físico y de estilo de vida han demostrado ser eficaces en la reducción de masa grasa, riesgo cardiovascular y grasa hepática en jóvenes. Por ello, se recomiendan como estrategia en el tratamiento de la obesidad infantil, una pandemia global que afecta a más del 40% de los jóvenes en España.
Sin embargo, tras formar parte de una determinada intervención, no todos los participantes mejoran todos los parámetros. Mientras que algunos participantes mejoran uno o más parámetros tras la intervención (denominados como “respondedores”), otros participantes no mejoran de forma significativa, o incluso podrían empeorar dichos parámetros, (llamados “no respondedores” a la intervención). “Generalmente los estudios reportan los beneficios de la media del grupo o de cada grupo de la intervención, pero no cuentan qué ocurre a nivel individual, qué pasa con cada uno de los participantes”- cuenta María Medrano, autora de un reciente artículo publicado en la revista “Pediatric Diabetes”, el cual además formó parte de su reciente tesis doctoral.
En este trabajo de investigación, se comparó el número de respondedores para la grasa hepática, el peso, la adiposidad total y abdominal y la enzima hepática GGT tras dos intervenciones diferentes. “Por un lado, la mitad de los niños participaron en un programa familiar de educación en estilos de vida y psicoeducación de 22 semanas de duración, el cual consistía en una serie de sesiones y talleres bimensuales. La otra mitad de los niños, además de acudir a estas mismas sesiones de educación en estilos de vida y psicoeducación, acudían tres veces por semana a hacer ejercicio físico supervisado en forma de juegos, diseñados para tratar de realizarlos el mayor tiempo posible a alta intensidad. En total participaron más de 120 familias en los 3 años que duró el estudio” – cuenta la investigadora del grupo de investigación ELIKOS (ELikadura, arIKeta fisikoa eta Osasuna: Nutrición, Actividad Física y Salud) del Instituto IS-FOOD y responsable de las sesiones de ejercicio, María Medrano.
Tras participar en la intervención que incluía ejercicio físico, el 54% de los niños redujeron de forma significativa o fueron respondedores para la grasa hepática, el 90% para la adiposidad total y el 69% para la GGT. Sin embargo, el número de respondedores en el grupo que participó en la intervención que no incluía ejercicio físico fue significativamente menor para todas las variables anteriores (34% para la grasa hepática, 60% para la adiposidad total y 39% para la GGT). Además, parece ser que las mejoras de la condición física cardiorrespiratoria podrían explicar, en parte, las diferencias entre los respondedores y no respondedores para algunas de las variables estudiadas.
Los autores de esta publicación, que trabajan en la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Granada, destacan la importancia de promover este tipo de intervenciones como parte del tratamiento de la obesidad infantil y de sus complicaciones asociadas como la esteatosis hepática no alcohólica, un importante factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares o futuras complicaciones hepáticas, cuya incidencia se ha disparado en la población pediátrica debido a la obesidad infantil y los estilos de vida que llevan actualmente los jóvenes.
¿De qué intervención se beneficiaría un mayor número de personas?
El objetivo de este tipo de enfoque de investigación centrado en el número de respondedores es encontrar aquel tipo de intervención con el cual la mayor parte de los participantes obtendría beneficios para su salud tras participar en ella.
El trabajo publicado en la citada revista de pediatría demuestra que incluir ejercicio físico en un programa de tratamiento de la obesidad infantil repercute positivamente en el número de niños que se benefician de participar en dicho programa. “Los resultados de este trabajo muestran que un mayor número de niños con sobrepeso u obesidad redujeron de forma significativa el porcentaje de grasa hepática, el peso corporal, la adiposidad total y abdominal y la enzima hepática GGT tras participar en la intervención que además de un programa educativo de estilos de vida saludables y psicoeducación, incluyó ejercicio físico supervisado”- indica María Medrano.
Firman este artículo, por parte de la UPNA, las investigadoras Idoia Labayen, Lide Arenaza Etxeberria y Robinson Ramírez-Vélez además de la ya citada María Medrano. Junto a ellas, han participado Jonatan Ruiz Ruiz y Francisco B. Ortega Porcel, por parte de la Universidad de Granada.